Ese día de primavera
fue mi puesta de largo
cuando el aire alzo mi falda
y tú quedaste prendado.
No por lo que viste,
si no por lo que imaginaste
más una dama
nunca enseña todas sus cartas.
Te miré descarada,
más tú desafiaste mi mirada
me bajé mi falda
erguida, más acalorada
Sentí pasos tras de mí
y una voz que me hablaba
aceleré mis pasos
de nada sirvió
tú seguías los míos.
Hasta que en aquella esquina
quebró mi destino.
El tacón del zapato
se quedó tendido
más el pobre yacía muerto
Antes de tocar suelo
tus brazos me sujetaron
tal fue tu fuerza
que tus manos
quedaron tatuadas
en mis brazos.
Esa fue tu marca
la que hoy sigue intacta.
Febril me sentí
tus ojos me poseyeron
y tu boca trémula
me enamoro.
Me encienden tus palabras
cuando te oigo nombrarme
Diciéndome
que por culpa del tacón
te encerré en mi cárcel.
No sería al revés, ¿preguntó yo?
Que tu voz me conquistó
que tu boca fue alidada
de mí sin razón.
Más no importa
como fuere
ya paso el tiempo
y volvió ese viento.
Alzando mi camisón
esta vez en la cama
un te quiero de por medio
yo diciéndote, mejor es hacerlo
Campirela_