En la penumbra de lo no dicho,
tus ojos rozan los míos
como cometas
que no se atreven al choque.
Callamos,
pero el alma grita en susurros.
Y así seguimos,
orbitando de placer,
sin tocar el fuego,
pero ardiendo igual.
Mi cuerpo gira en torno a tu fuego,
sin gravedad, sin tiempo.
Solo el pulso de tu universo
Cada noche, cuando el mundo duerme
me despego de la realidad.
Mi cuerpo, libre de ataduras,
comienza a girar
en torno a un deseo sin nombre.
Orbitando de placer,
como un satélite seducido
de una estrella
que nunca podrá tocar.
Y en ese giro eterno,
encuentro mi libertad.
Campirela_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ha guardado su comentario podrá visualizarse una vez que el propietario del blog lo haya aprobado