En la penumbra de la noche
sin estrellas en el firmamento
el ocaso se convierte
en un murmullo
Palabras de deseos inimaginables
encienden esa chispa
que queda suspendida en el aire
Dibujando el placer
con cada latido del corazón
en cada roce no compartido
Nuestras miradas furtivas
se deslizan entre suspiros y gemidos
Es entonces cuando la lujuria
se instala como huésped voraz
Reclamando ese espacio, pero
siempre bajo la sombra de un sexo
que no es solo físico.
Si no con un lenguaje,
buscando algo más que lo carnal.
Tal vez un encuentro completo
donde las emociones son más
que cuatro letras
convirtiéndolo en algo muy especial.
Campirela_