El ocaso de aquel día nos dejó una bella melodía,
en ella , tú me alzabas al aire y yo volaba de alegría.
Mis brazos extendidos recogían todo el amor que allí había.
Su olor, su esencia la pasión que solo unos momentos antes,
tendidos en la arena, disfrutamos como dos locos enamorados.
Tus manos en mi piel desnuda, no paraba de acariciarme
solo pensaba en ese instante, sino ha de ser para mi al menos
dame una noche de sexo salvaje, que descubra la hembra que
hay en mí.
Mis plegarias fueron oídas, aquella noche
en la playa sentí que el mar me abrasaba
las olas entraban y salían
la arena se pegaba en mi cuerpo
pero sobre todo
sentí que mi alma temblaba
que mi boca se saciaba de la tuya
cuando entraste en el laberinto
de mi ser, estallamos en un gemido
tan brutal que hasta la luna se estremeció
al ver dos cuerpos fundidos ardiendo de pasión.
Campirela_
"Texto que he vuelto a editar lo escribí hace casi cuatro"