Aquellas medias eran elegantes tanto como la dama que las portaba, nunca dejaba ver su cara, solo su cuerpo bello, frágil y ponderoso.
Cada tarde al salir del trabajo ella reposaba sentada en la urna de cristal, sobre su rostro llevaba un pañuelo de encaje tan tupido que era imposible ver sus faciones.
Como mujer admiraba sus piernas, y las poses de seducción.
Una tarde decidí entrar a la tienda.
—Buenas tardes, llevo unos días admirando el escaparate y hoy por fin he decidido que me gustaría probarme unas medias como la de la modelo, ¿cree usted que sería posible?
— Deme un segundo, le traeré su talla, si no me falla mi vista usted es una mediana.
Allí quede sola en esa tienda decorada con exquisitez, la modelo seguía como si fuera una muñeca a pilas, moviéndose conforme la música iba cambiando de melodía.
Al llegar el joven que me atendía, me abrió la caja y quede maravillada, eran de seda, su tacto era cálido, su belleza mucho más bonita que vista en esas piernas seductoras.
Me ofreció la caja donde reposaba tan bella joya y me dijo que podría probarlas detrás de la trastienda.
Mientras las cogía entre mis manos, un extraño brinco dio mi estómago, fue una sensación de placer lascivo, comencé a sentirme sexy de una manera arrebatadora, poco a poco subí las medias y lo sorprendente es que había un sugerente liguero de encaje para poder sujetarlas.
Allí estaba frente al espejo observando mis piernas, eran más bonitas de lo que pensaban, fue cuando mis manos las tocaron, volví a estremecerme, un gemido salió dentro de mi garganta, tan ahogado, que lo repetí por varias veces, mi cuerpo convulsionó, y sin darme cuenta sentí que algo cálido corría entre mis piernas, manchando aquellas medias negras.
Salí avergonzada del probador, con las medias metidas en su caja.
—¿Señorita, se las lleva usted? O prefiere que le enseñe otro estilo.
—No gracias, me las llevo, dígame, ¿cuánto le debo, por favor?
Pague, salí sin echar la vista atrás, solo deseaba llegar a mi casa y en mi intimidad volver a sentir el placer de la lujuria, pero esta vez lo disfrutaría en mi soledad.
Campirela_