La noche estaba tranquila, era una cita con tintes de seducción. Hacía menos de veinticuatro horas que conocí a esta enigmática mujer y allí estábamos sentados uno frente al otro en un rincón de aquel pequeño hotel, alejado de las luces del la ciudad.
Su blazer negro dejaba su pecho al descubierto, no sé si con intención o un fallo del botón. Nervios y más nervios contenían mis ganas de atacar, esa cara entre angelical y perversa.
La observo, veo en ella la seducción , me atrae el brillo de sus ojos, la calidez de sus labios, me arrastro en una espiral a sus insinuaciones sexuales, creo que no podré contenerme.
Antes de darme cuenta tengo la punta de su tacón en mi entrepierna noto que mi espalda me da un calambre que recorre todo el cuerpo, sin dejar de mirarme oigo como cae su zapato al suelo, son ahora sus pequeños dedos los que recorren mis muslos; el pantalón me va a estallar, y no de comer precisamente.
Su cara es ahora traviesa, tiene un encanto natural, es como que quiere sorprenderme y no sólo lo está consiguiendo sino que estoy que ardo de calor por dentro, fuera de mi cuerpo en este instante desearía tenerla entre sábanas de raso, desnuda y dándonos placer.
La comunicación de ambos es sensual tanto que me incita a seguir el juego...
Mis manos bajo la mesa se dirigen a sus piernas, es un alivio sentir que ella a esta alturas las tiene abiertas para mi, mis dedos son aventureros y juguetones buscan algo y en el camino se encuentran con una diminuta red, no pasa nada se salta y es ahí cuando al saltar el primer gemido de esa mujer sale por su boca , en exclamación de querer mucho más.
Sus muslos hacen prisioneras a mis manos, no les dejan avanzar, es como si en la línea de fuego estuvieran acomodadas pero yo quiero más, necesito verla estremecer, si ha sido capaz de echarme un jaque , el mio será el mate.
Su cara es todo disfrute, su seducción ha dado efecto, me tentó y caí , y ahora es ella la que goza del placer.
Su deseo ha sido correspondido su piernas son cataratas de elixir, mis dedos repleto de su esencia y olor.
Brindamos por el momento, un gracias recibo de su dulce voz , y un de nada le correspondo yo.
La noche aún no ha terminado, esto es la presentación de una carta de un buen menú...
Campirela_