Se visten de fuego mis ojos
para contemplar tu altar
mis manos hacen suya tu intimidad.
Soy el suspiro discreto
que besa los secretos de tu piel
mi boca viciosa saborea tus ganas
con mis ansias de mujer.
Te he sentido en la calidez hรบmeda de mis sueรฑos
donde el tiempo no existe
donde yo solo pongo el final.
Cuando estoy en el manjar
que se cobija en tus entraรฑas
no existe un ¡detente!
Todo es, todo ocurre en un pragmรกtico instante
hasta que nuestras almas pecadoras
y perversas eyaculan felicidad.
Son tan intensos y excitados
los gemidos que hasta en el infierno
se sobrecogen de la lava que dejamos derramada.
Mojamos de rocรญo a las nubes
que hay en el cielo
y en el dorado vicio de poseernos
nuestras almas suplican...
Volvamos a comenzar de nuevo.
Campirela_