Se visten de fuego mis ojos
para contemplar tu altar
mis manos hacen suya tu intimidad.
Soy el suspiro discreto
que besa los secretos de tu piel
mi boca viciosa saborea tus ganas
con mis ansias de mujer.
Te he sentido en la calidez húmeda de mis sueños
donde el tiempo no existe
donde yo solo pongo el final.
Cuando estoy en el manjar
que se cobija en tus entrañas
no existe un ¡detente!
Todo es, todo ocurre en un pragmático instante
hasta que nuestras almas pecadoras
y perversas eyaculan felicidad.
Son tan intensos y excitados
los gemidos que hasta en el infierno
se sobrecogen de la lava que dejamos derramada.
Mojamos de rocío a las nubes
que hay en el cielo
y en el dorado vicio de poseernos
nuestras almas suplican...
Volvamos a comenzar de nuevo.
Campirela_
Lindo de ler. Elogiavel inspiração poética.
ResponderEliminarCumprimentos poéticos
Gracias, Ricardo.
EliminarUna feliz noche.
Muy sensibles estos versos, felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde.
Gracias, Rafael.
EliminarUn abrazo, igualmente para ti.
Hay mucha intensidad en este poema, un erotismo ferviente de devoción hacia quien ocupa ese altar. Eyacular felicidad es una imagen perfecta para describir el placer. Y a volver a empezar.
ResponderEliminarBesos dulces Campirela y dulce fin de semana.
Gracias, Dulce.
EliminarA veces la inspiración es tan grande que surgen palabras que alcanzan una dimensión incontrolable.
Todo lo bueno y bonito debe siempre que volver a comenzar, aunque en realidad nunca termina.
Un beso, feliz, finde para ti también.