Sin cadenas, sin promesas
No hay nombres,
solo miradas que se rozan como dedos en la penumbra.
Tú eres la pausa que me desnuda,
yo, el verbo que se arquea en tu espalda.
Nos escribimos con fuego lento,
con palabras que tiemblan al borde del papel,
con la urgencia de un roce que aún no ha sucedido.
No hay pactos,
solo el eco de tus dedos en mi memoria.
Somos libres,
pero cada noche me encuentro atada
al recuerdo de tu piel que no prometía nada
y todo lo daba.
Nos buscamos sin debernos,
nos encontramos sin pedirnos,
pero el deseo nos escribe
con tinta que no se borra.
Somos el paréntesis en medio del mundo,
Y aunque no haya promesas,
aunque el mundo no sepa de nosotros,
en cada poema
nos volvemos a tocar
como si la libertad también supiera arder...
Campirela_
Sensual y apasionado poema. Te mando un beso.
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